La Tensegridad de Carlos Castaneda
I
Tensegridad
es el nombre que Carlos Castaneda dio a una serie de prácticas que aprendió en
México de chamanes que fueron el último eslabón de un conocimiento muy antiguo,
a quienes conoció mientras que como antropólogo realizaba un trabajo de campo.
Su investigación pronto se volvió tan comprometida que pasó a formar parte de
ellos de manera total, dando cuenta de su aprendizaje y del milenario saber a
través de 12 libros cuyo primer título, en 1968, fue Las enseñanzas de Don
Juan.
Estos
movimientos energéticos que aprendió fueron guardados en secreto
por aquellos chamanes hasta que la llegada de Castaneda motivó que comenzaran a
difundirse públicamente, lo cual sucedió en 1995 de forma masiva. Ese fue
también el año de la apertura en Argentina de las prácticas de Tensegridad,
cuando en Buenos Aires se realizó un primer seminario al que asistieron 500
personas. Al interés y fascinación que los libros de Castaneda generaban, se le
sumaba ahora la posibilidad de atestiguar algo que conformaba el sostén del
intento de esos chamanes, quienes desde muy antiguo denominaban a estos
movimientos “pases mágicos”. Carlos Castaneda, y otros discípulos de Don Juan,
ordenaron los numerosos “pases” que aprendieron a fin de hacerlos accesibles al
público, dándole al resultado de esta compilación el nombre de “Tensegridad”,
palabra que extrajo del campo de la Arquitectura y que significa “la propiedad
de armazones que emplean miembros de tensión continua y miembros de compresión
discontinua, de tal manera que cada miembro opera con máxima eficiencia y
economía”. Tensegridad designa un campo estructural de armonía de fuerzas duras
y blandas que mantienen su equilibrio autorregulado, lo que se sintetiza como
“integridad tensional”. Este esquema energético es usado para investigaciones en otras disciplinas como Medicina, Ingeniería, Astronomía, Matemáticas, Biología y Arte. Castaneda
encontró que esta palabra era muy adecuada para definir la práctica y los
efectos de los pases mágicos. Los movimientos de tensegridad devuelven al
cuerpo físico la energía que se dispersa como producto del desgaste de la vida
diaria, y alcanzan un estado óptimo de bienestar y vigor físico y mental,
aspectos que los chamanes consideraban de máximo valor.
El
marco naciente de la Tensegridad fue bien pronto eco de varias prácticas e
ideas del corazón de la antigua cultura tolteca. El mérito de Castaneda es
haber presentado y difundido minuciosamente algo que, aún dentro de México, resultó totalmente
novedoso.
II
El
antropólogo Carlos Castaneda, junto a otras personas, ordenaron los movimientos
corporales que aprendieron de chamanes mexicanos, bajo el nombre de "Tensegridad", palabra creada en 1949 por Buckminster Fuller, un arquitecto
e inventor norteamericano que escribió “Todas las estructuras propiamente
entendidas, desde el sistema solar hasta el átomo, son estructuras
tensegríticas”. Se refería a la integridad sinergética que conforma todo
sistema -incluyendo el biológico-, producto de la interconexión de elementos
rígidos y elásticos. Fascinado con este marco conceptual previo, Castaneda,
osada y poéticamente, nombró Tensegridad al trabajo resultante de compilar
numerosos movimientos provenientes de una antigua tradición, quien denominaba a
los mismos “pases mágicos”.
El
principal objetivo de la práctica de tensegridad es devolver al cuerpo físico
la energía que se pierde en el proceso de vivir, reconduciendo la energía
dispersada hacia nuestro interior. Este intento de recuperación energética se
dirige a los principales centros vitales del cuerpo: el costado frontal
derecho, zona del hígado; el costado frontal izquierdo, zona del bazo-páncreas;
la zona de los riñones; la base del cuello en el frente del cuerpo; la zona del
útero. Todo estado de bienestar acaecido en la práctica de tensegridad es interpretado
como resultado del reingreso al cuerpo de energía previamente dispersada.
A
nivel físico, la tensegridad se manifiesta en la contracción y dilatación
alternada de músculos y tendones, proceso que se considera fundamental para la
salud y el bienestar, pues refleja el intento de sintonizarse con el fluir
básico de la energía cósmica, expansiva y contractiva.
Los
movimientos de tensegridad hacen parte de una tradición antigua de chamanes
videntes, y constituyen la cara más visible y concreta de un corpus vasto y
sólido de ideas, prácticas y propósitos nacidos en el México Antiguo, con los
que uno se encuentra directamente en la obra literaria de Castaneda.
El
concepto de los videntes es que la energía que dispersamos no está perdida para
siempre, sino que se mantiene suspendida alrededor de nuestro cuerpo, dentro
del marco que conforma, a su visión, una esfera luminosa. Los movimientos se
dirigen entonces a afectar esa energía exterior al cuerpo a fin de reconducirla
hacia el interior, donde originalmente residía. Otra consideración de los
videntes es que el ser humano tiene un evidente desequilibrio en su actual
conformación energética, la cual manifiesta un predominio absoluto del
movimiento circular y rutinario de la parte derecha del cuerpo, sobre la parte
izquierda del mismo, más ligado este a la expansión y a la pasión.
Consiguientemente, el esfuerzo del practicante va dirigido también a corregir
esta situación, de manera de “volver a parar al cuerpo izquierdo” y
reequilibrar las fuerzas volviéndolas a su estado original.
El
reordenamiento energético que la práctica de los pases mágicos produce, lleva a
reconectar con el cuerpo energético, contraparte fluida y blanda de nuestro ser
que todos poseemos, propósito esencial de aquellos antiguos chamanes para
lanzarse a conquistas tales como ver energía
directamente o acceder a otros reinos de percepción.
El
saber de la antigua cultura tolteca, fue la que Carlos Castaneda se esforzó en
conocer y difundir a través de sus obras y seminarios, siendo la Tensegridad el
punto inicial del que cualquier interesado pudiera nutrirse, y obtener en
primera instancia, un aumento de energía y vivacidad física y mental.