Las
palabras poder y la última sintaxis
Las palabras poder que yacían en el corazón original, fueron torcidas hace mucho tiempo. La pureza, voluntad y conciencia original, fueron presa de la niebla. La mente se enredó y la reflexión se enroscó en sí misma. La consecuencia fue la disminución de la vitalidad, el extravío del destino y la enfermedad.
Las
palabras poder y la confianza en sí mismo deben restaurarse, y necesitan el
alimento de la honestidad y la pérdida del temor.
Por
eso es necesario cultivar la destreza de percibir los propios pensamientos,
superficiales y recónditos. Rastrear en qué zona de la mente hay miedo o se ha
acuñado una sintaxis derrotista o falta de claridad.
La
mente se investiga con la mente, utilizando el poder de abstracción. Se llega a
descubrir lo que frena al corazón. Se toma conciencia de la última sintaxis que domina la propia
vida. Llegar a esto es advertir el oro, el propósito del vivir. Es la instancia
de evaluar y reconsiderar las palabras
poder. Estás crean los pensamientos y sentimientos con que dirigimos
nuestra vida.
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Hay dos tipos de humildad,
la interna y la externa. La humildad interna es la imprescindible, porque
hace al trato que se tiene consigo mismo. La humildad externa es el respeto, asombro y afecto que se tiene por los demás, la naturaleza y el
cosmos. La humildad primera hace a la honestidad, al reconocimiento y
aceptación de toda la esfera interior, la aceptación de un destino, una tarea, un don o talento
irrevocable. La humildad segunda, también es un don natural, porque hace a la
armonía social necesaria para el crecimiento de las humildades esenciales.
Ambas humildades se entrecruzan –el respeto a sí mismo y el amor a la
existencia- e intercambian velozmente, se espejan, presentándonos el desafío de
un ser total, brillante y armónico.
En el lado opuesto de la humildad, la soberbia, es lo que nubla toda visión.
Soberbia en uno mismo, impide reconocer cabalmente toda la esfera interior
personal y el preciso significado y responsabilidad del amor a sí mismo. La
soberbia hacia los demás, desconecta del conocimiento del propio yo y de la
poderosa armonía que otorga el amor con los semejantes y toda la existencia.
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POBRECITO YO
Se llama <pobrecito yo> al estado emotivo de
autocompasión y debilidad personal que hace que uno esté necesitado de atención
ajena y se ofenda fácilmente por dichos o acciones de los demás. Este estado
emotivo permanece subliminal esperando el momento de salir a flote, y es consecuencia
de un chip psíquico que educativamente ha sido centrado en el yo-yo y la
gratificación personal. Este estado también es alimentado por una subyacente
sensación de pérdida personal que existe siempre en nosotros y genera una queja
oculta que estalla ocasionalmente en reactividad mental. Esta sensación de
pérdida que sentimos la circunscribimos al manejo de alternativas del mundo
psíquico interior y social, pero en profundidad proviene del hecho de estar
desconectados de nuestra contraparte energética profunda o cuerpo energético.
Nuestras quejas provienen básicamente de un hecho real: la
sensación que hay un poder que se nos escapa de las manos. La otra fuente de
las quejas proviene de idealidades superfluas descentradas de la integridad
personal y un entendimiento de la realidad erróneo alimentado por el orden
social. El resultado es el bebé que llora.
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ENERGÍA CÓSMICA MATRIZ Y ENERGÍA
MASCULINA DEFORMADA
El orden social mundial se basa en la guerra territorial, la
conquista y el predominio de unos por sobre otros. Es la energía masculina expresada en su modo deforme. Para poder
funcionar a su antojo, necesita dominar a la energía femenina, coartarla en sus aspectos esenciales, suprimir
sus sensaciones y pensamientos, encauzarlos dentro de los marcos previamente
diseñados por el constructo masculinoide. Si la energía femenina se desarrollase por sí misma sin impedimentos, el
orden social predominante colapsaría. La energía
femenina, de matriz cósmica, es comunitaria, pacífica, introspectiva y
creadora. Energía femenina cósmica primordial que crea un polo masculino a fin
de expandirse y diversificarse. Al manipularse el aspecto masculino cósmico,
exacerbándolo hasta su extremo, se produce la opresión de la energía femenina
abarcadora que contiene tanto a seres femeninos como masculinos. Para esclavizar
a la humanidad por entero, es necesario obstaculizar el afluente de la energía
cósmica matriz, de manera que la energía masculina deformada oprima a los seres
femeninos y masculinos.
La salida hacia otra situación, hacia la matriz cósmica
original, no obstaculizada ni deformada, se halla en el descubrimiento y
desarrollo de la energía femenina en su estado puro.